El Alcornoque y el Corcho

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El descorche y el procesado del corcho

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Primer descorche: “Bornizo” (izquierda). Segundo descorche: “Segundero” (derecha). Fotografías: J.R. González Adrados

El alcornoque presenta una característica única, que le diferencia del resto de especies forestales: su aptitud para regenerar la corteza cuando ésta ha sido retirada parcialmente en determinadas condiciones.  Si se elige bien el momento de máxima actividad vegetativa, y la operación se realiza con cuidado, es posible separar el corcho del felógeno. Al quedar a la intemperie, el felógeno, el felodermo y la parte externa del floema mueren por desecación, al tiempo que, más al interior, se forma un nuevo felógeno que reinicia la generación del tejido suberoso.

La operación de separar el corcho de la “casca” o capa madre (resto del floema que queda adherido al tronco) se denomina descorche, y exige un alto nivel de cualificación, por el riesgo que supone para la integridad del árbol si no se realiza en la forma debida.  

Cuando el árbol alcanza los 65-70 cm de circunferencia (a la edad de unos 40 años) se descorcha por primera vez, obteniéndose el denominado “bornizo”, profundamente agrietado y de baja calidad, por lo que se destina a la trituración. Es el utilizado en los tradicionales belenes de Navidad en los hogares españoles.

Entre nueve y doce años después de este primer descorche se obtiene el corcho “segundero” de calidad algo mejor, pero aún deficiente.

Las planchas no alcanzan el óptimo de calidad hasta que ha pasado otro turno de 9-12 años (3º descorche), cuando el árbol tiene aproximadamente 60 años. Las mejores planchas se utilizan en su mayoría para la fabricación de tapones.

La organización del descorche en un monte se realiza por equipos de hasta treinta personas, que se organizan de forma muy tradicional, acumulando y transmitiendo unos conocimientos y una cultura difícil de trasladar a un texto escrito.

Los "sacadores" realizan una serie de cortes con hacha en el corcho, delimitando el contorno o "panas" a extraer. A continuación se despegan estas planchas, ayudándose del mango del hacha o de una pértiga terminada en bisel denominada "burja". Si el corcho "no se da", y arrastra la capa madre, la operación debe suspenderse.
Los “sacadores” realizan una serie de cortes con hacha en el corcho, delimitando el contorno o “panas” a extraer.
A continuación se despegan estas planchas, ayudándose del mango del hacha o de una pértiga terminada en bisel denominada “burja”. Si el corcho “no se da”, y arrastra la capa madre, la operación debe suspenderse. Fotografías: J.R. González Adrados

Una vez extraído, el corcho se mantiene apilado durante un mínimo de seis meses, siendo posteriormente sometido a un hervido que mejora notablemente sus características físico-mecánicas. A continuación las planchas son clasificadas atendiendo al destino final: tapones, arandelas o trituración para la fabricación de aglomerados.

 

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Pilas de corcho en plancha crudo y fardos de corcho en plancha hervido y clasificado. Fotografía: J.R. González Adrados

El hervido y clasificación se realiza en instalaciones industriales sencillas, localizadas mayoritariamente en las zonas de producción: provincias de Cádiz, Sevilla, Huelva, Badajoz y Cáceres.

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