La bellota, mejor con larva

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Una curiosa interacción en la regeneración de los bosques de robles

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Los gorgojos (Curculio sp.) ponen sus huevos en el interior de las bellotas aún sin madurar De estos huevos nacen unas pequeñas larvas en forma de gusano que se alimentan en el interior de la bellota sin alterar la apariencia externa de la misma. Cuando la larva termina su desarrollo perfora un pequeño agujero para salir de la bellota y enterrarse en el suelo hasta dar lugar, mediante la metamorfosis, a un nuevo escarabajo adulto.

El Hayedo de Montejo, en la provincia de Madrid, es un bosque mixto bien conservado de robles y hayas. Allí es donde investigadores de la ETSI Montes de la Universidad Politécnica de Madrid han llevado a cabo un estudio sobre los patrones de dispersión de las bellotas por los ratones de campo.

Se ha comprobado que cuando se encuentran atacadas por insectos, el hecho de que la larva se encuentre o no aún en el interior de la bellota modifica los patrones de dispersión y, en consecuencia, de la regeneración de este tipo de bosques.

Las bellotas  son  frutos  otoñales muy cotizados por toda la fauna por su gran tamaño, su abundancia y su alto contenido calórico en lípidos y carbohidratos. Son muchas las especies animales interesadas en este fruto. Es el caso de unos pequeños escarabajos, los gorgojos (Curculio sp.), que ponen sus huevos en el interior de las bellotas aún sin madurar, de los que nace unas pequeñas larvas.

El ratón de campo (Apodemus sylvaticus) es uno de los principales consumidores de bellotas y dedica su tiempo otoñal a esconder estos frutos para su posterior consumo en los días de invierno. Sin embargo, muchas de estas bellotas quedan olvidadas en sus escondites bajo el suelo o entre la hojarasca, permitiendo así la mejor germinación de las bellotas y dando lugar a nuevos árboles. 

Curiosamente, una misma bellota almacenada por un ratón suele ser movida o robada por otro ratón, alcanzándose distancias de dispersión de hasta cientos de metros respecto de su árbol madre, contribuyendo así al mejor desplazamiento de genes y a la regeneración exitosa de estos árboles. Fotografía: Ramón Perea

Pero ¿qué hacen los ratones con las bellotas atacadas por las larvas de los escarabajos? La respuesta no es única y depende del pequeño detalle de que la larva haya salido al exterior o siga aún dentro de la bellota. Las bellotas cuyas larvas habían emergido ya al exterior fueron rápidamente rechazadas por los ratones, sin apenas tocarlas y sin desplazarlas ni almacenarlas. Esas bellotas quedaron  expuestas sobre el suelo y no consiguieron prosperar. Sin embargo, aquellas bellotas en las que la larva aún se encontraba en su interior fueron desplazadas y almacenadas por los ratones. En el estudio realizado se comprobó que los ratones gustaban de estas larvas (ricas en proteína) y se alimentaban de ellas, disminuyendo de este modo el daño producido por estos gusanos sobre las bellotas.

Así, los ratones dispersaron y enterraron estas bellotas que finalmente contribuyeron a generar nuevas plántulas. El hecho de que la larva estuviera aún en su interior resultó ser definitivo en el futuro inmediato de la bellota y, por tanto, en el futuro de los bosque de robles, encinas o alcornoques.

La naturaleza mantiene sus mecanismos de compensación y un escarabajo aparentemente dañino sirve de atracción a los roedores que, a su vez, liberan a las bellotas de este enemigo y las ayudan a prosperar, a costa, eso sí, de disfrutar de una parte de las ricas sustancias que contienen las bellotas. Estos resultados ponen en evidencia que aún desconocemos el funcionamiento de muchos de los ecosistemas que queremos conservar. 

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