Ondas sonoras: aplicaciones


Cuando una onda sonora llega al tímpano del oído humano, éste convierte los cambios de presión de la onda en impulsos nerviosos, que son posteriormente procesados e interpretados en el cerebro.



El rango de frecuencias que puede percibir el oído humano está comprendido entre 20 y 20.000 Hz, pudiendo para determinadas frecuencias percibir diferencias de 1 Hz.

Debido a la anatomía del oído, dos frecuencias que difieren en un factor 2 resultan especialmente agradables cuando suenan juntas, y se dice que difieren en una octava. Por ello, las notas sucesivas en música no están igualmente espaciadas en frecuencias, sino que cada una es múltiplo de la anterior. Cada octava se divide en doce semitonos. En el siguiente enlace encontrarás las frecuencias fundamentales de las notas musicales.

Las ondas de frecuencias mayores de 20 kHz se denominan ultrasonidos; éstos tienen muchas aplicaciones, entre ellas la orientación y detección de objetos en murciélagos (ecolocación) y submarinos mediante un dispositivo denominado SONAR. También se utilizan para generar imágenes (ecografía), así como para detectar defectos en materiales mediante técnicas no destructivas. Los ultrasonidos, puesto que provocan cambios grandes de presión y temperatura, pueden tener efectos nocivos como destruir la capacidad reproductora de las células, o variar el tiempo de germinación de las semillas.

Las ondas de frecuencias menores de 20 Hz se denominan infrasonidos. Los infrasonidos, aunque no sean perceptibles por el oído humano, si llegan a un nivel alto de intensidad pueden ser perjudiciales para la salud. Los infrasonidos de intensidades comprendidas entre los 120 y los 140 dB provocan perturbaciones fisiológicas y fatiga después de horas de exposición a ellos, como es el caso de automovilistas, aviadores, etc. Pueden causar pérdidas de equilibrio y dificultades de movimiento.

Si pinchas sobre la figura inferior verás un esquema con algunas de las aplicaciones de las ondas sonoras en función de su frecuencia.